miércoles, 6 de abril de 2016

Vintage vintage! (segunda parte)


Ante mí, y cual aparición surrealista, estaba la imagen vívida, palpable, en 3D, de lo que yo tenía en la cabeza!

Era un negocio de sellos. Nuevo para mí que hacía catorce años que no pisaba el centro de Córdoba. Tenía un gran ingreso en el medio enmarcado por dos grandes escaparates. En los dos había sendos muebles antiguos repletos de cajones tipográficos. Siiiii, cajones tipográficos de esos que es tan difícil (y caro) conseguir! Por lo único que no largué el paraguas, rompí la vidriera con una piedra y salí corriendo con un cajón en cada mano, fue por lo que vi detrás.

Las paredes de la vidriera estaban empapeladas con hojas de libros!!!!!!




 Eran como una maqueta viviente a escala real de cómo iban a quedar las paredes de nuestro cuarto! Bellas!!!!!

Por supuesto que entramos al negocio y como niños en una juguetería no hicimos más que llamarnos mutuamente al grito de:

-“mirá!!!!”

-“vení a ver eeeeesto!!!!!”

-“no lo vas a poder creer!!!!!!”

Había tantas cosas hermosas! Todas rimaban con felicidad!. Nos fuimos sin ganas de irnos, sabiendo que volveríamos por ellas lo más brevemente que pudiéramos y cruzamos la calle peatonal para hacer los pocos pasos que quedaban hasta la librería a la que íbamos.

Cerrada.

Nos quedamos un tanto perplejos mirando la vidriera llena de polvo, con un montón de ejemplares de libros que ya ni existen, que se extinguieron junto con los dinosaurios y que vaya uno a saber cómo, fueron a parar allí desconociendo que ya no quedaban otros de su especie.

Se ve que nuestras caras de desilusión fueron tan evidentes que una mujer, dueña de un local vecino (también librería pero más moderna) nos dijo: “chicos!.... buscan un libro?.... está acá la señora….tomando un té!” (sic).

Nos acercamos desconfiados. Cual gato curioso asomé la puntita de la nariz por la puerta y me encontré con una escena de lo más bizarra.

Efectivamente había una señora sentada en una sillita tomándose un té.

Desde mi posición podía verla de atrás, apenitas de perfil. La dueña de la librería me miraba con una expresión tan amigable en los ojos!. Como invitándome!. Como animándome a entrar. Me miraba a mí, la miraba a la señora, me volvía a mirar a mí, y siempre con una cuasi sonrisa en los labios.

Di un paso más, y ya dentro de la librería, con una expresioncita un tanto tonta en la cara, mi mirada también iba alternando entre la dueña y la señora, otra vez la dueña y otra vez la señora, que por cierto permanecía imperturbable. Parecía ajena a todo a su alrededor.

Ella seguía tomándose su té con el diario del día en la mano. Me llamó la atención que estuviera leyendo con fluidez sin lentes, considerando su edad. Pero sí, luego lo comprobé, podía leer perfectamente cualquier letra, aún las más chiquitas sin ningún problema.

En eso estábamos cuando por fin se dio vuelta hacia nosotros sonriéndonos ampliamente. Nos miró como reconociéndonos! Es como si nos hubiera estado esperando allí por años!

Continuará…….

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