domingo, 21 de agosto de 2016

Origami DIY

Creen en el amor a primera vista? Yo sí! No sólo creo, lo experimento a diario! Nooooo, no me enamoro de hombres distintos a cada rato!!!! Me enamoro de cosas, de elementos con alma, con vida. Hay objetos que activan en mí, apenas los veo, una pasión arrolladora que dura para siempre. El perfume que me subyugó a los 15 años? Todavía me encanta. La remerita roja que supe comprarme hace mil en una feria? Ya no me entra pero me gusta tanto o más que cuando era nueva!. El Volkswagen escarabajo? Lo quieeeeroooo!!!!!. Y así la lista sigue y sigue y sigue. Va creciendo, pero lo que ya está escrito, está tallado a fuego. Jamás saqué nada de ella. Lo que me enamora, tiene mi amor incondicional for ever!!!!!
Así me enamoré de las estrellas en origami de Mariana. Fue verlas y sucumbir!!!!! Las amo!!!!! Y saben qué? No soy celosa. Y las quiero compartir con todos ustedes!!!!! Para ello, conté con la amabilísima colaboración de su autora, que con gran entusiasmo armó este DIY para que aprendamos a hacerlas con nuestras propias manos y embellezcan de mil y una manera nuestra casa, nuestro árbol de navidad, los paquetes de regalos, las fiestas de cumple..... en fin, todo lo que se nos ocurra!!!!
Los dejo con ella!!!


Hola gente!
Me llamo Mariana (@mstegmannster en IG), soy esposa, madre de tres princesas y ama de casa. Me gusta hacer muchas cosas, sobre todo trabajar con papel, hacer origami, decorar con washitapes, cocinar (principalmente postres y demás cosas dulces, pizzas, tartas y pan) y cada tanto diseñar cositas en la compu para imprimir o publicar.

Pía me invitó a preparar un diy de las estrellas de origami así que paso a "mostrarles" cómo se hacen:
Materiales:
Hojas de libros viejos (o partituras o cuadernos de solfeo)
Lápiz Negro
Regla
Tijera

1) Marcar líneas cada 1 cm en la hoja y recortar las tiras



2) Hacer un nudo en una de las puntas de una tira de papel y aplastar (tiene que formarse un pentágono)




3) Guardar la "patita" que queda suelta dentro del pentágono




4) Con el resto de la tira de papel envolver el pentágono hasta llegar al final y guardar el sobrante dentro del mismo





5) Tomar el pentágono por dos aristas o lados opuestos




6) Con la uña apretar el centro de cada arista suavemente




7) Una vez "apretados" todos los lados se forman las estrellas




Si se hacen con tiras más largas y anchas las estrellas salen más grandes
Los primeros intentos pueden ser frustrantes pero a no perder la paciencia!
Tiré muchas a la basura antes de lograr que saliera bien una!

Usos:

Acá algunas ideas de cómo usar las estrellitas (realizadas con diferentes papeles)

1) Colgante y guirnalda




2) Adornos de Navidad, decoración de paquetes navideños




3) Frascos o floreros




4) Para decorar mesas en fechas especiales.




Gracias otra vez!
Besos!


Mariana


Y???? Vieron que belleza? Me gusta la opción de hacerlas de diferentes tamaños y colores. Pienso que con una mano de barniz al agua, o pintura sintética bien diluída (como para hacer un velo transparente) las podríamos proteger y a la vez permitir la limpieza, de manera de prolongar su duración.
Muchísimas gracias Mariana por este DIY tan claro y entretenido!!!!
Por supuesto que como queremos seguir aprendiendo, te invito a que vayas preparando nuevas lecciones con otras figuras, así nuestras casas y eventos se llenan de cosas hermosas hechas por nosotras mismas!!!!!
No puedo más de la felicidad!!!! Me voy a ver que papel puedo origamear!!!!!

jueves, 21 de julio de 2016

Platero y yo


Exultante. Contenta. Entusiasmada. Radiante. Feliz. Bendecida.

Ayyy no encuentro LA palabra que describa exactamente lo que siento!!!!

Es un combo de todas…. más todos los sinónimos que existan en el idioma castellano, zulú, chino mandarín, inglés, francés, etc, y dialectos sobre la faz de la tierra.

Cuando Mariana en su cuenta de Instagram subió orgullosa (también me siento orgullosa, agregar arriba) la foto de su “platero”, mueble bello y vintage si los hay para guardar “platos” (obvio!!) y vajilla de toda índole, (si es bella como la de ella sentite realizado), hubo una avalancha de mujeres, entre las que me cuento, que deseamos fervorosamente tener uno igual.

Mariana, muy orgullosa, nos contó que dicho mueble maravilloso había sido realizado por Eugenio, su marido, y ahì, la avalancha de mujeres, entre las que me cuento, deseamos fervorosamente tener un marido igual!!!

Como a Eugenio (mmmmm en realidad a Mariana…), no le cierra mucho el temita de la poligamia, nos preparó este DIY extraordinario para que lo hagamos con nuestras propias manos, las manos de nuestro peor es nada, las de algún hermano, vecino o carpintero amigo.

Los dejo con él, que nos cuenta con lujo de detalles este paso a paso!!!


Buen día! Soy Eugenio, autodidacta temerario con herramientas e ideas. También soy marido de Mariana, la mentora de casi todos mis proyectos.

En esta ocasión les voy a presentar un DIY de cómo fabricar un wall plate rack cabinet, o para los amigos, un “platero”.


Pueden conseguir un viejo mueble colgante de dos estantes como el que utilicé yo o bien ir a una casa que venda muebles de pino comunes que también va a funcionar genial. La pintura lo es todo.


Les advierto que soy un tanto exagerado para los refuerzos y este caso no fue la excepción, ya que la idea fue que el mueble aguante bastante peso. En el caso de mi estantería, por ser vieja y estar medio descuajeringada, la desarmé, encolé y atornillé completa antes de empezar las reformas.


PASO A PASO:


·         Conseguir el mueble base. Es importante que tengan a mano el plato más grande que quieran colocarle para saber si ese mueble nos será de utilidad. En este caso, para que tengan referencia, tiene en su parte interna 28,5 de alto x 25,5cm de profundidad y entran bien la mayoría de los platos que tenemos.


·         Para que los platos queden bien ordenados necesitaremos colocarle varillas adelante y atrás. En mi caso compré en una maderera varillas de ½ pulgada (1,27cm) de roble. Suelen venir de 1.5, 2 o 3 metros de largo según el lugar. Para que tengan referencia necesitarán mínimo unos 3cm entre varillas para colocar platos playos. Entonces, sumando el ancho de la varilla, deben calcular las marcas para luego agujerear a no menos de 4,5cm entre una y otra. Estas cuentas lógicamente van a depender del largo de tu mueble. En mi caso tiene 88cm de largo y entran 20 varillas ( + otras 20 para atrás ) y caben 21 platos.


·         La mayoría de los “plateros” que vi suelen estar armados en una sola pieza, pero yo preferí hacer que la parrilla de adelante se pueda remover para facilitar la limpieza y eventualmente por si algún día hay que repintarlo, para tener mejor acceso al interior. Esto lo resolví colocando las varillas sobre dos tiras de madera de unos 2cm de alto x 3 o 4cm de ancho x el largo que tenga la parte interna de nuestro mueble. Luego esta estructura se puede afirmar con solo 2 tornillos por arriba y otros dos por abajo.


·          Para cerrar el fondo utilicé una tira de machimbre que me había sobrado de la galería, pero pueden usar lo que quieran… mdf, fenólico, etc. Una vez pintado y con los platos, la verdad, no se ve.

Para darle terminación a la unión del fondo y principalmente para poder fijar con clavos el machimbre al ras de la cara posterior, le clavé por delante una varilla cuadrada de 1x1cm, que se puede obviar si usás un fenólico o mdf finito por fuera ya que no lo separa tanto de la pared. 


·         Como les comenté más arriba, soy un poco obse de la robustez y para garantizarme poder sentar a un elefante, a los dos ganchos superiores de anclaje a la pared, le sumé dos esquineros de chapa abajo para colocar dos fijaciones extra y así garantizar que no haga toda la fuerza solo de arriba.


·         Llegó el momento de la acción. A hacer los agujeros! Utilicé una mecha plana para madera de la misma medida que la varilla, en este caso de ½ pulgada. Luego cortamos las varillas a la altura indicada y las colocamos encoladas con adhesivo vinílico para madera. Repetimos luego el mismo trabajo en las varillas de atrás, pero OJO! A no equivocarse con la altura, ya que las de atrás son más largas porque deben encastrar en la base y tapa del mueble.


·         Una vez que se secó el adhesivo aplicamos masilla para madera sobre la tapa del mueble para borrar las marcas de los agujeros, lija y a pintar!!

Dato de “color” o no tanto… La mayoría de los “plateros” tienen pintadas las varillas, es lo más fácil para no tener que enmascararlas, pero preferí dejarlas al natural ya que con el correr del tiempo y el roce al poner y sacar los platos, es inevitable que se vayan despintando.














Espero les haya servido el tutorial. No es muy sencillo pero es cuestión de animarse. El resultado es gratificante y por sobre todo, muy útil.

Hasta la próxima!

Bueno, no sé ustedes pero yo terminé de enamorarme!!!!
Del platero digo…. jajaja
No queda más que agradecer y aplaudir de pié a este mega capo que junto con su amada esposa Mariana son un dúo dinámico muuuuy groso, muy creativos, muy ingeniosos y además tienen muy buen gusto. Encima tienen la generosidad de compartir sus conocimientos con todos nosotros (si todavía no lo leyeron, no se pierdan "Talento al cuadrado", la entrada donde nos muestran cómo empapelaron una de las paredes de un baño con hojas de periódicos de la década del 50!!!!).
GRACIAS Eugenio!!!!!! Hubiera estado bueno que incluyas una foto tuya para que las chicas te pidan autógrafos cuando te reconozcan por la calle! jajaja

lunes, 6 de junio de 2016

Rahm Apfelkuchen (Tarta de manzanas verdes y crema)

Si bien mi blog no es de recetas y menos que menos yo soy una cocinera, les quiero compartir ésta que hice ayer a la mañana para complacer a mi marido y que pasó ampliamente mi crítica constructiva que suele ser atroz con las recetas nuevas, siempre algo les quiero cambiar. Ésta no, es perfecta!
Parece larga y complicada cuando la lees, por lo menos así me pareció al principio a mí, que soy la ley del menor esfuerzo y que suelo hacer las tartas con galletitas molidas con manteca derretida, pero les prometo que lanzadas a la aventura de hacerla, es muy fácil y el resultado final es excelente.
Espero que la prueben y que les guste tanto tanto tanto, o más que a mí.



Rahm Apfelkuchen (Tarta de manzanas verdes y crema)







Masa:
250 grs de harina 0000
150 grs de manteca
80 grs de azúcar impalpable
1 yema
1 cdita de ralladura de limón
1 pizca de sal

Relleno:
500 grs de manzanas verdes
200 grs de azúcar
40 grs de maicena
350 grs de crema de leche
2 huevos
ralladura de 1 limón (si es casero mejor!)
1 cdita de esencia de vainilla

Colocar en un bol la harina tamizada y en el centro la sal, azúcar impalpable, ralladura, yema y la manteca cortada en cubos. Trabajar con las manos frias (parece que no se va a unir pero se súper une en un ratitín). Envolverla en una bolsa de polietileno y llevar a descansar a la heladera ½ hora.
Cortar las manzanas peladas en láminas finas y espolvorearlas con un poco de los 200 grs de azúcar. Reservar.
Colocar en una ollita la maicena disuelta en un poco de agua fría, los huevos, la crema, el resto del azúcar y la ralladura de limón. Llevar a fuego suave sin dejar de revolver con un batidor de alambre para evitar la formación de grumos. No debe hervir. Cuando toma cuerpo retirar del fuego, dejar enfriar un poco y agregarle la esencia de vainilla.
Estirar la masa con palote y forrar una tartera desmontable enmantecada y enharinada de 30 cm de diámetro, colocar las rodajas de manzana y sobre ellas la crema tibia. Llevar a horno precalentado fuerte hasta que la superficie esté dorada.

Dejar enfriar un poco y llevar a la heladera aproximadamente 2 horas. Espolvorearla con azúcar impalpable y servir.

Es realmente muy muy rica, me alegro haber probado esta receta, de la cual desconozco su autor, porque la saqué de un libro muy viejito y destartalado, en parte recortes, en parte manuscrito, heredado de la abuela alemana de mi marido.
Si alguna vez la hacen, cuéntenme que tal les salió!!!!!! 

jueves, 26 de mayo de 2016

Talento al cuadrado


Sentarse frente a la máquina y empezar a escribir un blog por primera vez, no es fácil. Es como tirarse a la pileta desde el trampolín más alto. Cuando después de revisar y corregir una y mil veces por fin llega el momento de apretar “publicar”, se siente la misma adrenalina que en la montaña rusa, mezclado con la idéntica sensación de dejar a tu único hijo por primera vez en Jardín de Infantes. “¿irá a estar bien? ¿lo tendría que haber corregido una vez más? Ay no!!!! ¿Qué hice?”, son algunas de las preguntas que empiezan a aparecer sin permiso en mi cabeza, pero la más recurrente es sin dudas “¿Quién lo leerá?”.

Puedo decir, sin temor a equivocarme, que comenzar a escribir este blog y posteriormente abrir una cuenta de Instagram, me han transformado en una persona más feliz. Pero sobre todas las cosas me han dado la inconmensurable posibilidad de conocer la gente que estaba detrás de esa última pregunta. Ahora sé quien lo lee. Gente hermosa, llena de talento, generosa, encantadora.

Una de esas personas que llegaron a mi vida como un regalo cortesía de mi blog, nos comparte este tutorial. No se imaginan las cosas que hace!!!! Es una genia!!!

Ella y su marido son dos artistas de la restauración, hacen cosas maravillosas. Tienen una mano y un ojo clínico formidable. Poseen un descomunal buen gusto para ver en lo que otros tirarían a la basura, el potencial para transformarlo en una obra de arte.

Habiendo visto fotos de un cuarto de baño intervenido por ellos, me pareció una idea genial y un lujazo, invitarla a sumarse a esta aventura decorativa en la que estoy embarcada.

Presten mucha atención porque nos va a enseñar el paso a paso de empapelar una pared con hojas de papel de diario…… y no cualquier diario…… pasen y vean!!!!!

Los dejo con ella:

En 2014 abandoné mi querido blog... por distintas circunstancias de la vida perdí el entusiasmo y las energías para continuarlo, pero casi sin quererlo tuve revancha gracias a las nuevas tecnologías, que me llevaron a conocer Instagram. Esta fascinante aplicación también me brindó la posibilidad de conocer gente valiosa y con mucho talento, como María Pía, de Puesto Viejo Deco, quien me abrió sus puertas en esta oportunidad para compartirles un tutorial o “DIY” condimentado con una de mis tantas historias personales relacionadas con la decoración y los objetos con alma...

La historia del papel detrás de este proyecto: Lo encontramos dentro de unas cajas de repuestos del taller del abuelo de mi marido. Llegó desde Indianapolis, U.S.A. en los 50's y su función fue la de proteger autopartes. Autopartes que fueron valiosas alguna vez, pero que nunca se vendieron y hoy tienen un valor ínfimo comparado al de este maravilloso papel... El estreno de una peli de los años dorados de Hollywood con Grace Kelly y Frank Sinatra, el intenso sabor de los chicles Wrigley's y la última tecnología de los TV RCA reviven en mi pared “a diario”. Que viva la oldschool y sus objetos únicos e invaluables!


MATERIALES:

* Ganas ( cantidad necesaria ).

* Papel de diario, hojas de libros, revistas, cartas o cualquier tipo de papel que encuentren y les encante.

* Adhesivo para empapelar ( Wepel o similar ) y agua.

* Pincel ancho y batea de pintura ( o un bowl, botella cortada o lo que tengan a mano ). Es para contener el adhesivo preparado.

* Barniz ( recomiendo por su acabado el satinado de Sherwin Williams ).

* Aguarrás ( para diluir el barniz y luego limpiar el pincel ) o bien pueden usar también barniz al agua si no se quieren complicar mucho.

* Tijera y cutter.

* Papel o cartón para cubrir el piso y un trapo húmedo por si manchamos con adhesivo donde no debemos.


PASO A PASO:

Una vez que hallaron su papel ideal, lo pueden aplicar en una pared, como en este caso, o bien en un mueble, cajón o lo que gusten personalizar. Tengan en cuenta que cuanto más fino es el papel, más fácil será moldearlo. Si es algo grueso, recomiendo lo utilicen solo en superficies planas o que no tengan bordes redondeados, porque es posible que les queden globos o arrugas rebeldes.

Si el papel es muy viejo, como el de este tutorial, tengan en cuenta que es posible que se quiebre o desarme. Hay que tener paciencia, y si no queda liso... bien! lo lograron, es lo que le otorga su carácter especial y único.


Antes que nada nos tomamos el tiempo necesario para cubrir el piso para evitar mancharlo. Colocamos el adhesivo en la batea, lo mezclamos con agua hasta que no queden grumos y tenga textura liviana. Lo aplicamos generosamente con pincel sobre la pared, siempre en paños apenas más grandes que cada hoja que vayamos a pegar. Posicionamos el papel sobre la pared y nuevamente otra mano de adhesivo por encima hasta humedecer bien todo el papel, siempre chequeando que no queden globos, ya que luego será tarde para corregir porque el papel se endurece con la forma que quedó.

   Una vez seco, podemos recortar y emprolijar los excedentes de papel de esquinas y bordes con la ayuda de un cutter o tijera. Si lo intentamos hacer con el papel húmedo, corremos el riesgo de estropear el trabajo.


Por último, vamos a aplicar un producto que proteja nuestro querido papel y nos brinde la posibilidad de poder limpiarlo luego con mayor facilidad. En este caso utilicé el barniz satinado de Sherwin Williams. Es mi favorito! el acabado es genial, y sobre madera ni les cuento!! queda súper natural.




Importante: lo aplicamos siempre bien diluido en aguarrás. De esta manera seca más rápido entre manos y queda perfectamente uniforme y sin vetas del pincel.

Ahora si! a contemplar y disfrutar con orgullo de nuestro trabajo!




Hasta la próxima!


Les gustó tanto como a mí? Verdad que si!!!!!!! Que hermoso trabajo!!!!

Gracias!!!! Gracias titánicas!!!! Voluminosas y épicas Gracias!!!!! Estoy orgullosa de haber contado con esta invitada de lujo!!

Y ahora sí, con toda esta info, me voy a poner de cabeza a intervenir mi dormitorio. Si no aparezco en unos días, ya saben lo que estoy haciendo!!!!

miércoles, 4 de mayo de 2016

Vintage vintage! (cuarta parte……y última!!!!)


El paseo no terminó aquí, teníamos toda la mañana por delante!. Decidimos hacer un break en un cafecito adorable, y ya dentro e instalados nos dimos cuenta que de adorable no tenía nada.

Para empezar, la mesa estaba sucia. Cuando por fin se acercó una moza, barrió las migas y papelitos que se fueron en caída libre derechito al piso. Luego le pasó un trapo que complicó aún más la situación, dejando la mesa húmeda y con olor a lavandina. Para poder ir al baño tuve que pedirle la llave a “la encargada”….. ¿De qué tienen miedo? ¿Alguien alguna vez se robó un inodoro?. Luego del café con leche y dos medialunas olvidables, continuamos nuestro raid libreril un rato más, nos compramos unos libros que nos harán dichosos toda la vida y partimos hacia la casa de mi papá a buscar tesoros.

 Ya en el camino tuve mi primera recompensa. Justo me llama mi mamá por teléfono cuando veo sobre una verja, cinco cajones de cómoda que alguien había sacado para tirar. Sin cortar empecé a pedirle a mi marido desesperadamente que diera la vuelta a la manzana porque obviamente quería ganarles a otros cartoneros y alzarme con el botín!

Ya en la puerta de la casa (bah! estacionó unos metros más adelante, no vaya a ser que alguien lo vea y/o relacione con la ciruja que les habla) y previa advertencia innecesaria “te bajás vos eh!”, bajé del auto. Cuando los pude ver de cerca, me parecieron demasiado perfectos para que los hayan sacado como basura.

Golpeé las manos para preguntar, viendo de reojo como mi marido se hacía más chiquito en el auto para que nadie lo viera atrás del asiento.

Nada.

Golpeé otra vez un poquito más fuerte.

Nada.

En la ventana, un perrito Pomerania me ladraba como loco y yo, a escasos metros de él en la vereda, no escuchaba ni medio “guau”. O hacía la mímica, o estaba operado de las cuerdas vocales, o eran vidrios blindados porque no se oía nada.

Como hace mil años que vivo en un pueblo, me había olvidado que en Córdoba nadie le abre la puerta de calle a desconocidos. Pero, justamente, yo me quería presentar y preguntar amablemente si me podía llevar esos cajones. Por ahí los estaban por pintar o trasladar y yo me los robaba.

Me acerqué y golpeé la puerta.

El Pomerania me odió (y mi marido también) pero logré que se asomara por una ventanita con rejas una chica con cara de pocos amigos. Le pregunté por los cajones, me dijo que efectivamente eran para tirar, le pregunté si me los podía llevar, me dijo por supuesto llevalos, y ahí le dije que los quería para hacerlos cuadros, y usarlos de marcos. Abrió grande la boca y en los ojos noté un destello de “¿Cómo no pensé en eso antes?”, y se quedó mirándome impotente mientras me los cargaba en el baúl mi marido, que a estas alturas ya se le había pasado la vergüenza.





Llegados a lo de mi papá y tras los saludos de rigor (hooooola como andan, abrazos, muchas risas, alegría a flor de piel), fuimos al galponcito. De la lluvia hacía rato que no había ni rastros, pero Odie, un mastín napolitano más bueno que Lassie, se encargó de babosearnos y embarrarnos con sus patas a modo de bienvenida.

El galpón, antigua conejera de los dueños anteriores de la casa, tiene una puerta de rejas por la que se ingresa a una especie de zaguán en el que hay tres puertas más.

Tras la puerta de la izquierda hay una habitación que alberga muebles en desuso, algunos heredados y otros reemplazados por más nuevos, que están ahí en una especie de limbo, esperando supongo yo su juicio final.

Tras la puerta enfrentada a la de rejas se encuentra una especie de corralón de materiales, es el típico la biblia y el calefón. Conviven sin ningún problema aberturas de demolición, cajas discontinuadas de cerámicos, andamios, maderas de obra, rejas, perfiles, caños, tachos de distintas índoles y capacidades, junto a otras cosas que ni sé que son, porque están tapadas, que mis primos dejaron allí provisoriamente (léase “para siempre”) mientras se acomodaban tras una mudanza y llevan años y años juntando polvo.

Tras la puerta de la derecha está el paraíso. No puedo entrar a esta estancia sin querer abarcar todo con la mirada de una sola vez y guardarlo en mi memoria para siempre. Hay tantos trastos bellos, tantos sentimientos, todas las cosas tienen vida, todas me hablan a la vez, todas son en sí mismas incomparables y valen oro para mí. Cada vez que entro en esta habitación, lo hago con mi papá. Y él siempre me muestra y habla de algún objeto diferente. Sabe perfectamente la historia de cada unidad que allí se encuentra. De quien era, quien se la regaló, cuántos años tiene, para que servía, el árbol genealógico de su dueño anterior, lo que él tiene pensado hacer con esa cosa, cuándo se rompió, como quiere arreglarla y para quien. Él no lo sabe, se va a enterar ahora si rompe la barrera tecnológica y lee mi blog, pero para mí, estar allí con él, escuchar sus historias, mirar cada silla rota, ver y tocar los planos (es ingeniero civil) de cada una de sus obras, todos perfectamente organizados en carpetas que llenan y llenan estanterías, es el mismo cielo, es la gloria, es el Olimpo! Amo profundamente a mi viejo, y no voy a caer en el lugar común de decir que es el mejor papá del mundo, pero lo es! Jaja. Y ahí, en ese rinconcito pequeño, olvidado del planeta y con bastante olor a humedad, siento una conexión muy fuerte con él, allí puedo sentir claramente su alma, y tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no largarme a llorar, (tal y como estoy llorando ahora mientras escribo), porque me emociona hasta ese punto charlar con él de esas cosas en ese lugar mágico.
Bueno, en definitiva, me regaló un montón de cosas preciosas, que iré a buscar mañana y que luego les mostraré en fotos.

martes, 26 de abril de 2016

Vintage vintage! (tercera parte)


Sin levantarse aún de la silla, giró hacia nosotros, abrió los brazos en un gesto de bienvenida y divertida dijo: “¿que vinieron a buscar?”.

Para mí era más que evidente, ¿para qué más va uno a una librería?.

Así y todo contesté como una nenita: “un libro”.

Me salió una voz muy rara, finita, insegura, tímida.

Entonces ella por fin se paró, y pude ver, mientras se acercaba caminando jovial hacia nosotros, que esta mujer no era de esta era.

Parecía recién bajada de la máquina del tiempo.

Todo su look era retro, de otro siglo.

Su edad, indescifrable. Vestía una pollera oscura, amplia, larga hasta la mitad de la pantorrilla, una blusita blanca llena de puntillas, con cuello redondo y mangas cortas abullonadas, un chalequito de terciopelo, bien pegado al cuerpo con muchos botoncitos adorables, su peinado, impecable, sus zapatos bajos con zoquetes completaban el atuendo. Se movía como una bailarina.

Salimos del local, y ya enfrente de su negocio, nos preguntó qué libro queríamos. Mi marido señaló uno de la vidriera. Uno cualquiera. Uno que cumplía la consigna de ser viejo, desteñido, sin mucho valor como libro, ya que lo queríamos para deshojarlo y armar una especie de collage en la pared. Nos miró aún más sonriente, visiblemente emocionada, y llevándose una mano al pecho manifestó: “Oh! Ése libro! hace mucho que lo vienen a ver en la vidriera y hoy por fin se decidieron no?”. No esperó respuesta alguna (tampoco hubiésemos sabido que contestar), y sacando un manojo de llaves de algún pliegue de la pollera, se dispuso a abrir la puerta no sin antes hacer un cálculo en voz alta “uno, dos, tres, cuatro, cinco….. uno, dos, tres”, que evidentemente eran las coordenadas precisas para encontrarlo fácilmente del otro lado.

Lo sacó, le sacudió un poco la tierra, y me lo entregó en la mano mordiéndose el labio inferior mientras me decía: “ya no hacen libros como éste, es una joyita este libro, son conocedores ustedes!”.

Sonamos!, (pensé yo), y pregunté inmediatamente el precio. “Por ser vos, y porque sé que lo vas a cuidar, cincuenta pesos”, me dijo, mientras me palmeaba la mano y abría los ojos bien grandes.

El costo estaba bien, era una suma más que accesible, tirando a barato diría yo. El problema, es que ella parecía estar entregándome un hijo y yo lo quería para descuartizarlo.

Resolví el dilema (léase expié mi culpa) comprando algunos más que no sólo no pienso romper, sino que los voy a dejar sobre una mesa ratona para que se luzcan como objetos decorativos, material de lectura interesante, y fundamentalmente como tesoros de otra época, porque…..“ya no hacen libros como éstos, son una joyita estos libros, sólo para conocedores!”. ¿Yo dije eso o escucho voces en mi cabeza?.

Para que se queden tranquilos, les cuento que decidí salvarle la vida al hijo dilecto de la señora, y en su lugar voy a sacrificar unas guías de teléfono viejas de cuando los números tenían tres dígitos. Si alguien se siente ofendido por tal sacrilegio tengo unas más actuales para arrancarles las hojas y pegarlas, que, estoy segura no le van a doler a nadie.

Por cierto, el libro que tanto amor le inspiraba a aquella bella y excéntrica dama es “Mil y una anécdotas de gente conocida” de Asenjo y Torres del Álamo, del año 1940.



Continuará……

miércoles, 6 de abril de 2016

Vintage vintage! (segunda parte)


Ante mí, y cual aparición surrealista, estaba la imagen vívida, palpable, en 3D, de lo que yo tenía en la cabeza!

Era un negocio de sellos. Nuevo para mí que hacía catorce años que no pisaba el centro de Córdoba. Tenía un gran ingreso en el medio enmarcado por dos grandes escaparates. En los dos había sendos muebles antiguos repletos de cajones tipográficos. Siiiii, cajones tipográficos de esos que es tan difícil (y caro) conseguir! Por lo único que no largué el paraguas, rompí la vidriera con una piedra y salí corriendo con un cajón en cada mano, fue por lo que vi detrás.

Las paredes de la vidriera estaban empapeladas con hojas de libros!!!!!!




 Eran como una maqueta viviente a escala real de cómo iban a quedar las paredes de nuestro cuarto! Bellas!!!!!

Por supuesto que entramos al negocio y como niños en una juguetería no hicimos más que llamarnos mutuamente al grito de:

-“mirá!!!!”

-“vení a ver eeeeesto!!!!!”

-“no lo vas a poder creer!!!!!!”

Había tantas cosas hermosas! Todas rimaban con felicidad!. Nos fuimos sin ganas de irnos, sabiendo que volveríamos por ellas lo más brevemente que pudiéramos y cruzamos la calle peatonal para hacer los pocos pasos que quedaban hasta la librería a la que íbamos.

Cerrada.

Nos quedamos un tanto perplejos mirando la vidriera llena de polvo, con un montón de ejemplares de libros que ya ni existen, que se extinguieron junto con los dinosaurios y que vaya uno a saber cómo, fueron a parar allí desconociendo que ya no quedaban otros de su especie.

Se ve que nuestras caras de desilusión fueron tan evidentes que una mujer, dueña de un local vecino (también librería pero más moderna) nos dijo: “chicos!.... buscan un libro?.... está acá la señora….tomando un té!” (sic).

Nos acercamos desconfiados. Cual gato curioso asomé la puntita de la nariz por la puerta y me encontré con una escena de lo más bizarra.

Efectivamente había una señora sentada en una sillita tomándose un té.

Desde mi posición podía verla de atrás, apenitas de perfil. La dueña de la librería me miraba con una expresión tan amigable en los ojos!. Como invitándome!. Como animándome a entrar. Me miraba a mí, la miraba a la señora, me volvía a mirar a mí, y siempre con una cuasi sonrisa en los labios.

Di un paso más, y ya dentro de la librería, con una expresioncita un tanto tonta en la cara, mi mirada también iba alternando entre la dueña y la señora, otra vez la dueña y otra vez la señora, que por cierto permanecía imperturbable. Parecía ajena a todo a su alrededor.

Ella seguía tomándose su té con el diario del día en la mano. Me llamó la atención que estuviera leyendo con fluidez sin lentes, considerando su edad. Pero sí, luego lo comprobé, podía leer perfectamente cualquier letra, aún las más chiquitas sin ningún problema.

En eso estábamos cuando por fin se dio vuelta hacia nosotros sonriéndonos ampliamente. Nos miró como reconociéndonos! Es como si nos hubiera estado esperando allí por años!

Continuará…….