miércoles, 4 de mayo de 2016

Vintage vintage! (cuarta parte……y última!!!!)


El paseo no terminó aquí, teníamos toda la mañana por delante!. Decidimos hacer un break en un cafecito adorable, y ya dentro e instalados nos dimos cuenta que de adorable no tenía nada.

Para empezar, la mesa estaba sucia. Cuando por fin se acercó una moza, barrió las migas y papelitos que se fueron en caída libre derechito al piso. Luego le pasó un trapo que complicó aún más la situación, dejando la mesa húmeda y con olor a lavandina. Para poder ir al baño tuve que pedirle la llave a “la encargada”….. ¿De qué tienen miedo? ¿Alguien alguna vez se robó un inodoro?. Luego del café con leche y dos medialunas olvidables, continuamos nuestro raid libreril un rato más, nos compramos unos libros que nos harán dichosos toda la vida y partimos hacia la casa de mi papá a buscar tesoros.

 Ya en el camino tuve mi primera recompensa. Justo me llama mi mamá por teléfono cuando veo sobre una verja, cinco cajones de cómoda que alguien había sacado para tirar. Sin cortar empecé a pedirle a mi marido desesperadamente que diera la vuelta a la manzana porque obviamente quería ganarles a otros cartoneros y alzarme con el botín!

Ya en la puerta de la casa (bah! estacionó unos metros más adelante, no vaya a ser que alguien lo vea y/o relacione con la ciruja que les habla) y previa advertencia innecesaria “te bajás vos eh!”, bajé del auto. Cuando los pude ver de cerca, me parecieron demasiado perfectos para que los hayan sacado como basura.

Golpeé las manos para preguntar, viendo de reojo como mi marido se hacía más chiquito en el auto para que nadie lo viera atrás del asiento.

Nada.

Golpeé otra vez un poquito más fuerte.

Nada.

En la ventana, un perrito Pomerania me ladraba como loco y yo, a escasos metros de él en la vereda, no escuchaba ni medio “guau”. O hacía la mímica, o estaba operado de las cuerdas vocales, o eran vidrios blindados porque no se oía nada.

Como hace mil años que vivo en un pueblo, me había olvidado que en Córdoba nadie le abre la puerta de calle a desconocidos. Pero, justamente, yo me quería presentar y preguntar amablemente si me podía llevar esos cajones. Por ahí los estaban por pintar o trasladar y yo me los robaba.

Me acerqué y golpeé la puerta.

El Pomerania me odió (y mi marido también) pero logré que se asomara por una ventanita con rejas una chica con cara de pocos amigos. Le pregunté por los cajones, me dijo que efectivamente eran para tirar, le pregunté si me los podía llevar, me dijo por supuesto llevalos, y ahí le dije que los quería para hacerlos cuadros, y usarlos de marcos. Abrió grande la boca y en los ojos noté un destello de “¿Cómo no pensé en eso antes?”, y se quedó mirándome impotente mientras me los cargaba en el baúl mi marido, que a estas alturas ya se le había pasado la vergüenza.





Llegados a lo de mi papá y tras los saludos de rigor (hooooola como andan, abrazos, muchas risas, alegría a flor de piel), fuimos al galponcito. De la lluvia hacía rato que no había ni rastros, pero Odie, un mastín napolitano más bueno que Lassie, se encargó de babosearnos y embarrarnos con sus patas a modo de bienvenida.

El galpón, antigua conejera de los dueños anteriores de la casa, tiene una puerta de rejas por la que se ingresa a una especie de zaguán en el que hay tres puertas más.

Tras la puerta de la izquierda hay una habitación que alberga muebles en desuso, algunos heredados y otros reemplazados por más nuevos, que están ahí en una especie de limbo, esperando supongo yo su juicio final.

Tras la puerta enfrentada a la de rejas se encuentra una especie de corralón de materiales, es el típico la biblia y el calefón. Conviven sin ningún problema aberturas de demolición, cajas discontinuadas de cerámicos, andamios, maderas de obra, rejas, perfiles, caños, tachos de distintas índoles y capacidades, junto a otras cosas que ni sé que son, porque están tapadas, que mis primos dejaron allí provisoriamente (léase “para siempre”) mientras se acomodaban tras una mudanza y llevan años y años juntando polvo.

Tras la puerta de la derecha está el paraíso. No puedo entrar a esta estancia sin querer abarcar todo con la mirada de una sola vez y guardarlo en mi memoria para siempre. Hay tantos trastos bellos, tantos sentimientos, todas las cosas tienen vida, todas me hablan a la vez, todas son en sí mismas incomparables y valen oro para mí. Cada vez que entro en esta habitación, lo hago con mi papá. Y él siempre me muestra y habla de algún objeto diferente. Sabe perfectamente la historia de cada unidad que allí se encuentra. De quien era, quien se la regaló, cuántos años tiene, para que servía, el árbol genealógico de su dueño anterior, lo que él tiene pensado hacer con esa cosa, cuándo se rompió, como quiere arreglarla y para quien. Él no lo sabe, se va a enterar ahora si rompe la barrera tecnológica y lee mi blog, pero para mí, estar allí con él, escuchar sus historias, mirar cada silla rota, ver y tocar los planos (es ingeniero civil) de cada una de sus obras, todos perfectamente organizados en carpetas que llenan y llenan estanterías, es el mismo cielo, es la gloria, es el Olimpo! Amo profundamente a mi viejo, y no voy a caer en el lugar común de decir que es el mejor papá del mundo, pero lo es! Jaja. Y ahí, en ese rinconcito pequeño, olvidado del planeta y con bastante olor a humedad, siento una conexión muy fuerte con él, allí puedo sentir claramente su alma, y tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no largarme a llorar, (tal y como estoy llorando ahora mientras escribo), porque me emociona hasta ese punto charlar con él de esas cosas en ese lugar mágico.
Bueno, en definitiva, me regaló un montón de cosas preciosas, que iré a buscar mañana y que luego les mostraré en fotos.

3 comentarios:

  1. Hoooolaaaa Jorge!!!!!! que lindo venir al blog y encontrarme con tu comentario!!!!! Muy filosófica definición de estilo! jajaja. Que bueno que te gustó el blog! Y nada más que a pedido tuyo que querés más, acabo de publicar una entrada imperdible, con una invitada de lujo que nos enseña a empapelar con diarios viejos! A ver si te animás a intervenir con estilo algún rinconcito de tu casa!!!! Besos!!!!

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  2. Yo también me hubiera emocionado levantando 5 !!! cajones de cómoda en perfecto estado....mi marido también me hubiera dicho....te bajás vos.....me hubiera odiado....para después pasársele al ver el destino de los mismos.....Viva el cirujeo...y más si es en el interior...jejje Eso sí....quiero ver el terminado !!! Bss

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  3. Más allá del fin de tu blog, la decoración.. el estilo, la búsqueda de objetos para personalizar..me quedo con la emoción que dejaron tus sentidas palabras a tu padre en mí. A pocos días de perder a mi querido viejo, pude sentir en lo más profundo de mi corazón como si hubiese vivido esas charlas que tan bien describís Pía, Amor y admiración incomparables.. Te quiero!!

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